La Destrucción Creativa en la Era de la Automatización Inteligente: ¿Por Qué Ahora es el Momento de Emprender?

Oscar L Chaves B

CEO-Trinomio Energy Finance

En 2025, el Nobel de Economía Joel Mokyr nos recordó que el progreso siempre ha nacido de la destrucción creativa: ese proceso mediante el cual la innovación desmantela las viejas estructuras para dar paso a lo nuevo. Los grandes saltos de la historia nunca han sido transiciones suaves; han sido revoluciones disfrazadas de disrupciones.

Hoy, estamos de nuevo frente a uno de esos momentos.

Amazon y el Nuevo Giro Industrial

Reportes recientes revelan que Amazon planea despedir a más de 30.000 empleados corporativos, no por ineficiencia o crisis, sino porque la inteligencia artificial y la automatización inteligente están reescribiendo los fundamentos del trabajo. Lo mismo ocurre con Meta, Intel y otras grandes tecnológicas, señalando el inicio de una transformación profunda.

Mientras muchos interpretan estos hechos con temor —pérdidas de empleo, incertidumbre, inestabilidad—, la realidad es otra. Estamos presenciando la reasignación del potencial humano, alejándose de las tareas repetitivas y cognitivas hacia la creatividad, la innovación y el liderazgo estratégico.

Esta es la destrucción creativa en su forma más pura: dolorosa para algunos, pero esencial para el progreso colectivo.

La Mirada de Mokyr: El Progreso Nace de la Adversidad

La gran intuición de Mokyr es que las revoluciones tecnológicas no destruyen el propósito humano —lo amplían—. La imprenta, la electricidad y el internet redefinieron el trabajo, la productividad y la creación de valor. Quienes se adaptaron no solo sobrevivieron: prosperaron, usando la disrupción como plataforma de reinvención.

La inteligencia artificial está cumpliendo ahora ese mismo papel.

Lo que parece caos es, en realidad, el sistema reorganizándose para alcanzar mayor eficiencia. El desafío —y la oportunidad— radica en cómo respondemos. Quienes abracen el aprendizaje, la experimentación y la curiosidad emprendedora se ubicarán del lado correcto de la historia.

Del Pánico al Propósito

En lugar de pánico, necesitamos resiliencia. En lugar de aferrarnos a certezas que se desvanecen, debemos abrazar la exploración.

Para profesionales y emprendedores por igual, este no es un momento para retroceder, sino para emprender. Para finalmente perseguir esa idea, ese proyecto o esa innovación que antes parecía demasiado arriesgada o lejana. Las mismas herramientas que hoy transforman las industrias —IA, automatización, inteligencia de datos— están disponibles para todas las personas dispuestas a aprender y crear.

La era de la automatización inteligente no elimina el valor humano; lo redefine. Nos exige hacer aquello que las máquinas no pueden: imaginar, liderar y construir la próxima ola de ideas que impulsará la economía del mañana.

Abrazar la Impermanencia: La Verdadera Recompensa de la Destrucción Creativa

A lo largo de la historia, el progreso ha exigido que salgamos de nuestra zona de confort, muchas veces antes de sentirnos preparados. Los exploradores que cruzaron océanos, los ingenieros que desafiaron la gravedad, los emprendedores que construyeron desde la nada —ninguno esperó certezas—. Actuaron en medio del cambio, guiados por la convicción más que por las garantías.

Hoy ocurre lo mismo.
En esta era de automatización inteligente, aferrarse a la seguridad es el mayor riesgo. No existen refugios permanentes en un mundo construido sobre la impermanencia. Las industrias cambian, las tecnologías evolucionan y lo que antes parecía estable se disuelve de un día para otro. Pero en ese movimiento constante reside la verdadera esencia del crecimiento.

El verdadero premio nunca ha sido la estabilidad, sino la capacidad de adaptarse, de aprender, de crear sentido en medio del cambio.
Estar en el flujo —donde convergen el aprendizaje, la experimentación y la reinvención— es infinitamente más gratificante que quedarse inmóvil protegiendo lo que ya no puede conservarse.

Esta no es una era para el miedo, sino para el coraje.
Para construir, transformar y finalmente alinear lo que hacemos con lo que siempre soñamos hacer.
Porque la destrucción creativa no es solo una fuerza económica —es el ritmo mismo de la vida.

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