Oscar Luis Chaves B.
El propósito de una empresa es un aspecto esencial de su existencia, proporcionando una dirección clara y una fuerza impulsora para sus operaciones. Sin embargo, el propósito no es un concepto estático, sino más bien dinámico y consta de cuatro capas, cada una contribuye a la comprensión global de la misión de la empresa.
La primera capa del propósito es la visión. Esta representa el modelo de negocio ideal a largo plazo que la compañía aspira a lograr. Es el objetivo final que los emprendedores desean perseguir. La visión establece el tono para toda la organización, proporcionando un sentido de propósito y dirección. Actúa como una luz guía, ayudando a la empresa a navegar a través de varios desafíos y cambios en el panorama empresarial.
La segunda capa involucra el camino desde el estado actual de la empresa, representado por su misión, hacia el futuro imaginado. Este camino está lleno de riesgos y oportunidades. Es crucial para la organización monitorear de cerca las tendencias emergentes y adaptar su modelo de negocio en consecuencia. El modelo de negocio actúa como el vehículo que lleva los recursos y capacidades de la organización. Es a través de este proceso de adaptación que la empresa puede prosperar y sobrevivir en un entorno siempre cambiante.
Para navegar con éxito por este camino, la empresa debe gestionar eficazmente los riesgos y estructurar opciones para aprovechar las oportunidades. La gestión de riesgos juega un papel crucial en evitar posibles obstáculos y garantizar la supervivencia a largo plazo de la empresa. Por otro lado, identificar y aprovechar oportunidades puede permitir que la empresa logre un crecimiento y éxito sostenibles. Esto requiere un proceso continuo de aprendizaje y desarrollo, ya que la base de conocimientos de la organización se expande, lo que facilita la adaptación y el cambio cuando sea necesario.
A medida que la empresa aprende y se desarrolla, se vuelve mejor preparada para sobrevivir en un mercado competitivo. La capacidad de hacer las preguntas correctas, adquirir nuevos conocimientos y aprovechar el capital intelectual se vuelve cada vez más importante. Al adoptar un enfoque formal y estratégico, la organización puede fortalecer sus capacidades y mejorar sus posibilidades de éxito a largo plazo.
En un tercera capa, al centro de la organización, se encuentran tres relaciones de ganar-ganar, el triple impacto. En la búsqueda de un futuro sostenible, todas las partes interesadas deben ganar. La idea es que el objetivo financiero de una organización debe evaluarse al mismo tiempo que se tienen en cuenta las métricas no financieras. Esta visión holística es ahora más relevante, ya que la comunidad financiera comprende el entorno externo como dependencias y capital relacional. A medida que la organización aporta sus recursos no financieros, esas relaciones y dependencias de recursos son cruciales para sobrevivir a largo plazo con propósito.
En la cuarta capa, ubicamos a las generaciones futuras. Esto implica respetar los límites planetarios y los fundamentos sociales. Todas las empresas deben cumplir con los estándares de reporte para calificar sus impactos externos en factores sociales y ambientales.
Larry Fink, CEO de BlackRock, uno de los administradores de activos más importantes, enfatizó la importancia del propósito empresarial en su carta a los inversores, dijo: «las empresas deben cumplir con un propósito que beneficie a todos sus stakeholders, incluidos los accionistas, empleados, clientes y las comunidades en las que operan».
En conclusión, el propósito de una empresa es el motor que impulsa su dirección y operaciones. Con una visión clara, capacidad de adaptación, enfoque en relaciones de ganar-ganar y considerando a las generaciones futuras, las empresas pueden posicionarse para un futuro sostenible y exitoso. Como destacó el señor Fink, el propósito debe beneficiar a todas las partes interesadas, y esta perspectiva es cada vez más relevante en el mundo empresarial actual.
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